Iglesia#ATPH

San Martín de Porres: El Santo de la Escoba y del Corazón Universal

En medio de la Lima colonial del siglo XVII, marcada por la desigualdad y la discriminación, surgió la figura luminosa de un hombre humilde que, con una escoba en la mano y amor en el corazón, se convirtió en símbolo universal de servicio y fraternidad: San Martín de Porres.

Martin NuñezMartin Nuñez
📆 12 ago. 20253 min de lectura
Comparte en:
San Martín de Porres: El Santo de la Escoba y del Corazón Universal

Un humilde comienzo

Martín de Porres nació el 9 de diciembre de 1579, hijo de Juan de Porres, un hidalgo español, y Ana Velázquez, una mujer afrodescendiente liberta. Su origen mestizo le valió discriminación desde pequeño, pero también le enseñó a mirar a todos con la misma dignidad y ternura que él mismo anhelaba recibir.

A temprana edad aprendió el oficio de barbero y herbolario, y pronto desarrolló habilidades para la medicina natural. Sin embargo, lo que lo movía no era el prestigio ni la ganancia, sino el deseo profundo de aliviar el sufrimiento humano.

La escoba como signo de amor

Ingresó como hermano cooperador en el Convento del Rosario de los dominicos en Lima. Allí realizó tareas sencillas: limpiar, cocinar, cuidar de los enfermos… Pero en esas acciones ordinarias se manifestaba algo extraordinario: un amor incondicional que trascendía barreras de raza, clase o religión.

Su escoba, instrumento de trabajo diario, se convirtió en símbolo de humildad y servicio. No era un objeto cualquiera, sino la extensión visible de su compromiso de “barrer” el egoísmo, el odio y la indiferencia del mundo.

Milagros y gestos que traspasan el tiempo

Numerosos testimonios relatan que San Martín curaba enfermos con solo una oración o un gesto, multiplicaba alimentos para los necesitados y cuidaba tanto de personas como de animales con el mismo cariño.

Se cuenta que, en tiempos de peste, arriesgó su vida para asistir a los enfermos más abandonados, sin distinción de credo o procedencia. Para él, no existían “propios” y “extraños”, sino hermanos.

Un corazón sin fronteras

San Martín de Porres vivió lo que hoy llamaríamos una “fraternidad universal”. No se limitó a dar limosna: compartió su vida, su tiempo y hasta sus recursos más escasos. Su ejemplo es un llamado actual a derribar muros de prejuicio y tender puentes de solidaridad.

En 1962, el Papa Juan XXIII lo proclamó santo, reconociendo su testimonio de amor cristiano que aún hoy sigue inspirando a millones.

San Martín en nuestro tiempo

En un mundo que muchas veces valora más el éxito que el servicio, San Martín de Porres nos recuerda que la verdadera grandeza está en poner nuestros talentos, por pequeños que parezcan, al servicio de los demás.

Su escoba nos invita a limpiar las heridas del prójimo, su sonrisa nos recuerda que la caridad es alegre, y su vida nos enseña que no hay limitación social, económica o racial que pueda frenar a un corazón decidido a amar.


Oración breve a San Martín de Porres:

“San Martín humilde, intercede por nosotros para que sepamos servir con alegría, acoger sin prejuicios y amar sin límites. Amén.”