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San Juan Macías: El Misionero de la Oración Silenciosa

En la historia de la Iglesia, hay santos que han transformado el mundo desde los púlpitos y las misiones, y otros que lo han hecho desde la humildad del silencio y la oración. San Juan Macías, contemporáneo de Santa Rosa de Lima y San Martín de Porres, pertenece a esta segunda categoría: un hombre que, sin recorrer grandes distancias, se convirtió en un auténtico misionero del espíritu.

Martin NuñezMartin Nuñez
📆 12 ago. 20253 min de lectura
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San Juan Macías: El Misionero de la Oración Silenciosa

De la España rural al corazón del Perú

Juan Macías nació el 2 de marzo de 1585 en Ribera del Fresno, un pequeño pueblo de Extremadura, España. Desde joven trabajó como pastor, lo que le dio una vida sencilla y contemplativa, marcada por el contacto constante con la naturaleza.

A los 35 años, impulsado por un profundo deseo de servir a Dios y a los demás, decidió emprender viaje a América. Llegó a Cartagena de Indias y, tras recorrer varios lugares, se estableció en Lima, Perú.

El portero del convento

Ingresó en la Orden de Predicadores (dominicos) como hermano cooperador y fue designado portero del convento de Nuestra Señora del Rosario. Su labor, a simple vista modesta, se convirtió en un verdadero apostolado.

Desde la portería, acogía a pobres, enfermos, viajeros y a todo aquel que necesitara una palabra de consuelo o una ayuda concreta. Su caridad no tenía límites: compartía sus escasos recursos y siempre encontraba la forma de atender a todos.

El poder de la intercesión

San Juan Macías era conocido por su profunda vida de oración. Pasaba largas horas ante el Santísimo Sacramento y rezaba especialmente por las almas del purgatorio. Muchos testigos afirmaron que recibía visiones de estas almas pidiendo su intercesión, y que sus oraciones les abrían el camino hacia la luz de Dios.

Su devoción por el Rosario era tan grande que lo rezaba varias veces al día, convirtiéndolo en una verdadera cadena de amor y salvación para muchos.

Un santo discreto pero inmenso

A diferencia de otros santos, San Juan Macías no realizó viajes misioneros ni predicó grandes sermones. Su misión estaba en la puerta del convento y en el altar de la oración. Allí, con paciencia y entrega, fue construyendo un puente invisible entre el cielo y la tierra.

Falleció el 16 de septiembre de 1645, dejando un recuerdo imborrable de humildad y compasión. Fue canonizado por el Papa Pablo VI en 1975.

Un modelo para hoy

En tiempos donde el ruido y la velocidad parecen dominarlo todo, San Juan Macías nos recuerda que el silencio también es fecundo, y que la oración, lejos de ser pasividad, es una de las acciones más poderosas para transformar el mundo.


Oración breve a San Juan Macías:

“San Juan Macías, portero fiel del Señor, enséñanos a abrir las puertas de nuestro corazón al prójimo y a perseverar en la oración por quienes más lo necesitan. Amén.”